dijous, 1 d’abril del 2010

GIRONA - COMO EVITAR EL COLAPSO ELECTRICO


PUBLICO - 26 de Marzo 2010

GIRONA - El colapso eléctrico

Tras el apagón de Girona, habrá que decidir dónde termina
la «fuerza mayor» y empieza la negligencia.

Es necesario adoptar un modelo energético descentralizado
basado en energías limpias y renovables.


Joaquim Sempere.
Profesor de Teoría Sociológica y Sociología Medioambiental de la Universidad de Barcelona


La situación creada en varias comarcas gerundenses por el apagón
de una semana provocado por la nevada del 8 de marzo, que afectó a 200.000
personas, invita a la reflexión. La visión de 33 torres eléctricas rotas
como frágiles cañas estremece. Lo tendrán difícil las compañías eléctricas
implicadas (Endesa y Red Eléctrica Española) para esquivar su responsabilidad.
¿Acaso la obsesión por reducir costes para aumentar los beneficios ha llevado a
instalar torres de pacotilla y no invertir en su mantenimiento?
Las investigaciones deberán aclarar este punto. También las administraciones públicas deberán explicar si sus normas sobre líneas eléctricas
se han cumplido y, en caso afirmativo, asumir la responsabilidad
por unas normativas tal vez inadecuadas.

Habrá que decidir dónde termina la “fuerza mayor” y empieza la
negligencia humana. El Gobierno deberá imponer a las eléctricas la
exigencia de hacer frente a sus responsabilidades.
Y si no pueden, esperemos que no se repita el bochornoso
espectáculo de rescatar con dinero público unas empresas
privadas (entonces fueron bancos) para dejarlas luego en libertad
para seguir funcionando como antes.

¿Será capaz el Gobierno catalán de hacerlo, cuando resulta
que el director general de Energía es Agustí Maure, antiguo alto directivo
de Red Eléctrica? ¿O cuando el presidente Montilla defiende
la tesis de Endesa de que si la proyectada línea de muy alta tensión
(MAT) hubiera estado instalada, los daños habrían sido menores?
En este caso, el problema no ha sido de suministro sino de distribución,
y las redes que han fallado son las de media y baja tensión, las
que llegan hasta los consumidores finales.

La existencia de la MAT, por tanto, no habría servido de nada.
Es más, en la polémica en torno a la MAT, los alcaldes que se oponen
a ella aceptarían, si acaso, su soterramiento, que sería más caro
pero más seguro ante tormentas como esta última u otras eventualidades
meteorológicas. Y viendo lo ocurrido, con reparaciones y
compensaciones millonarias a la vista, parece que habrá que rehacer
los cálculos, y la opción de línea soterrada saldrá reforzada.
Pero el caos provocado por el apagón tiene otras facetas. La historia
de las redes eléctricas centralizadas está punteada de apagones,
algunos monumentales, como el de 2003 en el noreste de Estados
Unidos y Ontario, que dejó sin luz a 50 millones de personas,
o el de 2006, que afectó a gran parte de Europa occidental.

Por esto hace años que se investiga y experimenta
en modelos descentralizados de suministro eléctrico.
En 2006, la Dirección General de Investigación de la Comisión
Europea publicaba un opúsculo (que se puede consultar en
http://europa.eu.int/comm/research/rtdinfo)
sobre las “redes inteligentes” (smart grids) que señala la conveniencia de pasar de
las redes centralizadas aún imperantes a redes descentralizadas.

La idea está muy elaborada. Implica redes en telaraña, como Internet,
donde la electricidad se inyecta desde muchos nodos, lo cual
implica no sólo centrales grandes, sino también pequeñas, y multitud
de instalaciones fotovoltaicas y otras instalaciones domésticas
de generación eléctrica en casas particulares y otros edificios.
También prevé múltiples focos descentralizados de almacenamiento de
electricidad. Una red así no sólo dispersa la generación eléctrica
por el territorio, sino que aproxima producción y consumo, reduciendo
las pérdidas por transporte.


Se basa no en tres o cuatro, sino en miles de productores. Una red
de este tipo es mucho menos vulnerable a desastres como el acaecido
en Catalunya.
Este sistema es el futuro y su viabilidad aumenta a medida que
se introducen innovaciones como la que Volkswagen ya comercializa
en Alemania: instalaciones domésticas de calefacción con gas
natural que, por cogeneración, aprovechan el calor sobrante para
producir electricidad e inyectarla a la red. En Hoogkerk (Holanda)
funciona ya una “red inteligente” que agrupa 25 hogares.
Ya hoy la fotovoltaica y la eólica tienen una viabilidad probada para avanzar
hacia este modelo.

Por otra parte, si los edificios de la zona afectada hubieran dispuesto
de captadores solares térmicos, no se habrían quedado sin
agua caliente, y si no hubiera tantas cocinas y calefacciones eléctricas,
el colapso habría sido menor.
Dependemos demasiado de la electricidad. Las autoridades públicas tienen la responsabilidad de adoptar criterios de diversificación energética y de promover las
energías renovables y un cambio urgente hacia sistemas descentralizados.
¿Servirá para ello el plan Zapatero de “economía sostenible”?
Sospecho que se va a quedar corto tanto por falta de inversiones
como por falta de ideas.

Esperemos que, una vez superados los efectos del colapso vivido,
los responsables políticos, en vez de empecinarse en proyectos como
la MAT, se tomen en serio la adopción de un modelo energético descentralizado
basado en energías limpias y renovables.
Es una asignatura pendiente para luchar contra el cambio climático.
Hoy, además, es una condición para dormir tranquilos y evitar catástrofes
como la del noreste de Catalunya.
Una situación tan dramática debiera ser un revulsivo tanto para los
gobiernos como para la ciudadanía.
No aprovecharla para dar un salto adelante sería una lástima.